La verdad sobre robos en domicilios
¿Cómo se produce realmente un robo?
Cuando nos enteramos de un robo, empezamos a imaginar mil teorías. Pero la verdad, muchas veces, es bastante simple. El miedo a que entren a robarnos suele ser más fuerte que el riesgo real, y eso se debe en gran parte a cómo los medios nos cuentan las cosas.
Antes de creerte cualquier historia que oigas, párate un segundo y piensa: ¿quién lo dice y por qué? Un empresario de alarmas puede exagerar los datos para vender más. Un político puede hablar de inseguridad para rascar votos. No todo lo que se dice es inocente.
Por otro lado, que aumenten las denuncias no siempre significa que haya más robos. Puede que simplemente haya más gente dispuesta a denunciar, lo cual es bueno: ayuda a que pillen a los delincuentes.
La mayoría de robos no son espectaculares ni planeados como en las pelis. Son por oportunidad. El ladrón ve una ocasión fácil… y actúa. Por eso, vale la pena hacer un pequeño ejercicio de sentido común:
Imagínate que pierdes las llaves de casa. ¿Podrías entrar sin ellas? Piensa en ventanas accesibles, terrazas, puertas poco seguras. Si tú puedes… el ladrón también.
En ciudad, el ladrón busca rapidez: entra y sale sin ser visto. En el campo, donde las casas están más aisladas, se lo toma con más calma. Pero en ambos casos, busca lo mismo: un blanco fácil.
¿Cómo lo hace?
Va por la calle fijándose en señales de que una casa está vacía y sin alarma. Prefiere zonas sin visibilidad. Llama a la puerta: si alguien contesta, se va. Si no, prueba ventanas o puertas. Si no puede entrar fácil, rompe un cristal, abre la ventana y entra. Ya dentro, busca llaves o una vía de salida. Y en menos de 10 minutos, se lleva lo que puede: dinero, joyas, electrónica, lo que quepa en una bolsa… y se va.
Conclusión: si entiendes cómo actúa un ladrón, puedes ponerle las cosas difíciles. Y cuanto más difícil lo tenga, menos probable es que te elija a ti.